
(A los mineros que lleven más de vente díes trancaos, pidiendo'l derechu a trabayar a ser, a esistir y a resistir nun mou de vida, y a les sos families)
Soi mineru anque nun trabaye na mina. Mio pá, los
mios güelos, mio güela fueron mineros.
Mio güelu Germán vieno de Valladolid a buscase el pan porque allá, en Fresno
el Viejo, los fíos morríen-y de fame (y nun ye una espresión fecha).
Dende que tengo memoria, vien falándose d’una
reconversión que nun llega (hai pancartes del añu 81), de la necesidá d’un
futuru inmediatu (tres, cuatro años) pa cuando dexemos de ser lo que somos. Eso
ye lo que quieren. Que dexemos de ser. ¿Eso ye la reconversión?
La xestión de los fondos fue desastrosa (Venturo,
Alas…) y equí nun se responsabiliza a naide de la mala xestión que hipotecó la
vida de munchos amigos míos –que se vieron obligaos a vivir fuera- nin de les
xeneraciones que tán por venir.
Nun puedo ser imparcial. Ye más. Nun quiero ser
imparcial. Los pas de los mios amigos y amigues fueron mineros y mineres.
Muncho del mio alumnáu comparte esta
mesma situación. La llingua que falo empléguenla los mineros. La mio
lliteratura dicen los pocos que la lleeron, ye, en bona parte, minera. Les
cuenques mineres son los mios paraísos perdíos, nos que se fala y se siente nel
dialeutu del grisú. Vienen siendo desangraes de la riqueza, espoliaes del so
futuru durante décaes; y durante décaes vienen siendo pica de llanza de les
llibertaes. Nun hai procuru: el puñu que s’alzó hai mediu sieglu contra los
atropellos de la dictadura franquista cuento que sabrá alzase contra los
atropellos de la dictadura de los mercaos y contra un gobiernu que vien
incumpliendo, a cuentu risa, sistemáticamente’l so programa electoral.
Soi mineru, anque nunca baxare a la mina: soilo
porque mio pá trayía na mano cachinos de carbón que se-y metíen al picar y que
cicatrizaron na mano que m’espantaba les velees. Porque entá me respigó al
sentir el turullu de la mina que daba nuncia d’un accidente y porque na banda
sonora de la mio neñez ta’l ruíu de les vagonetes, del turullu del cambiu del
turnu, de los caxilones del llavaderu.
Yo vi El Nalón baxar negru de llunes a vienres; yo
vi les nates d’islán nes que biltaben los verdaderos brotos verdes; yo tuvi
cuando Nicolasa; mio pá llevóme a les barricaes de Mieres a finales del 91
cuando’l gas llacrimóxenu y les pelotes asfixaben a quien, entós como agora
namás pide un derechu recoyíu na constitución: trabayu.
¿Qué ye, xente de les cuenques? ¿Yá se vos echó nel
olvidu cómo se consigue ser, esistir y resistir? ¿Yá vos creyisteis que lo poco
que tenemos mos los regalaron? ¿Yá vos creyísteis esos llevantos de que somos
unos privilexaos?
Na mina, como na vida, naide nos dio nada. Too hubo
qu’arrancalo.
Yo alcuérdome de too ello. Cortái per cualquier
llugar la mio biografía y veréis cómo restalla la cisca.
Nun entiendo la vida ensin un castillete filando
les hores; pa min, como diz el mio amigu Chechu García, el sol sal pel Sotón y
ponse en María Luisa.
Nes cuenques mineres, anguaño, hai una llinia
trazada.
Yo sé de qué llau tengo de tar, de qué llau tán los
míos.
Si’l futuru esiste, mineru lu quieru, madre.
Soy minero aunque no haya trabajado en la mina. Mi
padre, mis abuelos, mi abuela fueron mineros.
Mi abuelo Germán vino de Valladolid a buscarse el pan porque allá, en
Fresno el Viejo, los hijos se le morían de hambre (y no es una expresión
hecha).
Desde que tengo memoria, viene
hablándose de una reconversión que no llega (hay pancartas del año 81), de la
necesidad de un futuro inmediato (tres, cuatro años) para cuando dejemos de ser
lo que somos. Eso es lo que quieren. Que dejemos de ser. ¿Eso es la
reconversión?
La gestión de esos fondos fue
desastrosa (Venturo, Alas…) y aquí no se responsabiliza a nadie de la mala
gestión que hipotecó la vida de muchos amigos míos –que se vieron obligados a
vivir fuera- ni de las generaciones que están por venir.
No puedo ser imparcial. Es más.
No quiero ser imparcial. Los padres de mis amigos y amigas fueron mineros y
mineras. Gran parte de mi alumnado comparte esta misma situación. La lengua que
hablo la emplean los mineros. Mi literatura dicen los pocos que la han leído,
es, en buena parte, minera. Las cuencas mineras son mis paraísos perdidos, en
los que se habla y se siente en el dialecto del grisú. Vienen siendo
desangradas de su riqueza, expoliadas de su futuro durante décadas; y durante décadas
vienen siendo punta de lanza de las libertades. No hay cuidado: el puño que se
alzó hace medio siglo contra los atropellos de la dictadura franquista espero
que sabrá alzarse contra los atropellos de la dictadura de los mercados y
contra un gobierno que viene incumpliendo, con total desfachatez,
sistemáticamente su programa electoral.
Soy minero, aunque nunca he
bajado a la mina; lo soy porque mi padre traía en su mano pedacitos de carbón
que se le incrustaban al trabajar y que cicatrizaron en la mano que me espantaba
las pesadillas. Porque aún se me pone la carne de gallina al sentir la chiflido
de la mina que anunciaba un accidente y porque en la banda sonora de mi niñez está
el ruido de las vagonetas, de la sirena del cambio de turno, de los cajones del
lavadero.
Yo vi El Nalón bajar negro de
lunes a viernes; yo vi las natas de islán en las que despuntaban los verdaderos
brotes verdes; yo estuve cuando Nicolasa; mi padre me llevó a las barricadas de
Mieres a finales del 91 cuando el gas lacrimógeno y las pelotas asfixiaban a
quien, entonces como ahora nada más pide un derecho recogido en la
constitución: trabajo.
¿Qué ocurre, gente de las cuencas?
¿Ya se os resolvió en el olvido cómo se consigue ser, existir y resistir? ¿Ya
os creísteis que lo poco que tenemos nos los regalaron? ¿Ya os creísteis eso
que cuentan de que somos unos privilegiados?
En la mina, como en la vida, nadie
nos ha regalado nada. Todo hubo que arrancarlo.
Yo me acuerdo de todo ello. Cortad
en cualquier sitio de mi biografía y veréis cómo restalla la cisca.
No entiendo la vida sin un
castillete hilando las horas; para mi, como dice mi amigo Chechu García, el sol
sale por el Pozu Sotón y se pone por María Luisa.
En las cuencas mineras, en la
actualidad, hay una línea trazada.
Yo sé de qué lado tengo que estar,
de que lado están los míos.
Si el futuro existe, minero lo
quiero, madre.